4 de mayo de 2014

LA BUENA CRIANZA

Qué bien que hay un día del padre y otro de la madre. Esto nos recuerda que además de serlo hemos de parecerlo. Es decir, que no solo por poner cada uno su semilla para la fecundación y la consiguiente gestación, ya lo somos. Bueno si, lo somos ante la ley y desde una perspectiva biológica, pero esto es algo más profundo e importante.

         
       De hecho hay padres y madres que pusieron la semilla y luego ya no estuvieron, por propia decisión o por que las circunstancias se los llevaron. El caso es que son responsabilidades ambas, la de padre y la de madre, marcadas por el sexo del progenitor, eso influirá en sus expectativas y recursos previos. Algo que no pueda corregirse o ampliarse a tiempo. Y lo cierto es que cada avance, cada nuevo aprendizaje de nuestros pequeños, es una nueva oportunidad para aprender y crecer con ellos, pues la crianza supone un proceso de descubrimiento y madurez también de los adultos. De hecho algunos, por fin, se hacen PERSONAS cuando tienen ocasión de criar.

         Ser un buen padre o una buena madre, va más allá de la sola valoración que haga la prole de nuestro papel. No son pocos los ejemplos de padres negligentes y descuidados que sin embargo son admirados por sus hijos. O de adultos que se jactan de ser sobre todo amigos de sus hijos y que eso conlleva admitir todo lo quieran hacer. Mal ejemplo, ya que por desgracia no vivimos en un entorno en el que podamos ni siquiera debamos hacer todo lo que deseemos, seguramente terminaríamos vulnerando derechos básicos de otras personas, si solo hiciéramos lo que nos viniera en gana.

         Ante todo un padre o una madre lo son porque asumen responsabilidades que les competen a ellos, responsabilidades que en ocasiones chocan con los deseos de hijos e hijas, pero son necesarias, como por ejemplo respetar unos horarios de sueño o de televisión o unas pautas alimenticias saludables y nutritivas, entre otras. Todo ello con un único objetivo, que en realidad son muchos a la vez. Criar a personas sanas, física-emocional y socialmente a la vez. Personas o personitas, según el tamaño, que el día de mañana cuando hayan de asumir sus propias responsabilidades y devenir en la vida que les espera, sean tolerantes a la frustración, y sepan cómo hacer y mantener relaciones sanas y gratificantes, que sepan defender sus derechos y necesidades sin imponerlas en otras personas. Asimismo que asuman sus errores sin caer en la culpa excesiva o el autocastigo inútil. Que puedan, porque así lo alimentaron en su infancia, dejar que su creatividad y sus sueños encuentren una vía donde expresarse y realizarse, convirtiéndose en gestores de su propia satisfacción. Que se respeten a sí mismo y se amen de forma incondicional, aceptando lo que son.

         Pero para conseguir todo esto, o al menos aumentar su probabilidad padres y madres tenemos mucho que hacer, y además bien hecho. No puede ser de otra manera. Criar es maravilloso y duro también. Estas son algunas de las principales actitudes que aparecen en la buena crianza:

ü  Muestran amor y aceptación incondicional por sus hijos
ü  Están disponibles para la comunicación y la facilitan
ü  Potencian su confianza dejándoles probar y errar también
ü  Besan, acarician, abrazan, expresan amor y admiración con frecuencia
ü  Dedican un tiempo importante a jugar
ü  Suelen tener mensajes optimistas libres de exigencias irrealizables
ü  Fomentan la independencia y autonomía
ü  Facilitan la práctica de deportes variados y divertidos
ü  Renuncian a determinadas necesidades personales por sus hijos
ü  Muestran respeto por otras familias, padres, madres y educadores

ü  Atienden a las necesidades del menor, de salud, educativas, sociales

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