15 de febrero de 2014

EL COMPROMISO PERSONAL

“Una vida plena es una vida consciente. Me declaro persona adulta y consciente de mi existencia, capaz de percibir un intenso mundo de emociones que me sirven de guía. Me reconozco en posesión de derechos básicos, los cuales me pertenecen y su uso me facilita la armonía con mi entorno. Asimismo, a partir de hoy cada día de mi experiencia vital, si lo deseo, trabajaré en mi bienestar, permitiéndome lo que de beneficioso tiene mi ambiente, la luz, la tierra, el aire, el agua y aquellos que me rodean. Para ello invertiré tiempo en mejorar mis relaciones íntimas y personales, en cuidar y proteger mi cuerpo, lo que soy. Aprenderé a renunciar a todos esos aspectos que facilitan mi dolor y malestar, asumiendo que la vida y sus circunstancias son como son y el control que sobre todas ellas tengo es limitado, muy limitado. Intentaré guiarme por mis preferencias y deseos, construyendo una escala personal de valores libre de exigencias y perfeccionismos imposibles de conseguir. Asumo la consecuencia de mis actos y me acepto en mis errores, con el objetivo de seguir creciendo y aprendiendo para mostrar todo lo maravilloso que llevo dentro”

3 de febrero de 2014

ACEPTARSE O CÓMO LLEGAR A QUERERSE


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades. Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
         Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal. De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.


         Mientras estamos vivos existe la posibilidad de llevar una existencia cada día mejor. En este sentido lo que podemos llegar a ser es más de lo que ya somos. Mientras haya esa posibilidad… ¿Dónde pone que tenga que medir mi valor como persona por mis destrezas o mi éxito? Si es así, tan sólo es una opinión, por cierto, innecesaria a mi parecer. Un requisito indispensable para que alguien se identifique conmigo mismo radica en el permiso. Si te das permiso para Ser, para descubrir qué deseas y cómo, y dedicas tu esfuerzo a ello tendrás una alta probabilidad de conseguir ser feliz. Aceptarse es tener en cuenta una serie de características básicas:


  • Tener conciencia de que existes como ser único e irrepetible.     
     
  • Tener conciencia de que no hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres. Es posible que quieras ser distinto, pero esto antes ha de ser una preferencia, que no una exigencia.
     
  • Como ser humano no eres ni digno ni indigno, tan sólo eso, persona.
             El resultado de esta aceptación es un sentimiento agradable sobre uno mismo. La autoestima que palabra tan bonita, autoestima o estima a uno mismo. Y la utilizamos para referirnos al valor que damos a nuestra persona, es decir una actitud de aceptación o de rechazo, por tanto puede ser saludable, de respeto y acarreará sentimientos agradables, o puede ser insalubre, de rechazo y castigo y traerá sentimientos negativos. La autoestima oscila entre uno y otro valor. Así cuando una persona dice: “tengo baja autoestima”, en realidad está diciendo: “Me censuro mucho y me siento mal por ello”.
             Ya que la autoestima parte de la propia persona, es ella la que puede llegar a cambiarla. Entre las características de una persona con alta autoestima están:
     
  • Alta valoración personal. Se considera en su justa medida, la persona está contenta consigo misma, no duda de sus decisiones, ni de sus sentimientos, no evita las críticas de los demás pues son una oportunidad para mejorar.

  • Poca vulnerabilidad al entorno. Encaja bien la crítica así como las circunstancias que le generan emociones incómodas o dolorosas, suele tener suficiente objetividad como para desterrar la crítica y recursos para canalizar adecuadamente sus emociones.

  • No teme el fracaso. Otra característica presente en la alta autoestima es ésta, anticipan las situaciones y su actuación personal sin temor a la equivocación, tanto si tienen éxito como si no, lo atribuyen a sus propias acciones.

  • Autocrítica objetiva. Son capaces de criticar sus acciones, pero evitan censurarse como personas, lo hacen de una manera constructiva con el objetivo de mejorar, no de forma cruel para castigarse.
     
  • Se autorefuerza cuando es necesario. Es capaz de reconocer sus méritos así como sus cualidades y se premia por ello, ya sea de una manera material, permitiéndose “un capricho”, bien con su voz interna: “¡Bien hecho!”. Asimismo se relaciona con los demás tal y como lo hace consigo mismo.
     
  • Actitud de escucha y respeto. Ante los demás, de una forma directa, no tiene dificultad para abordar los conflictos, ni para defender sus derechos y necesidades, su actitud suele ser activa y dialogante, sus necesidades son tan importantes como las de los demás.




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