18 de julio de 2014

TRASLADO EL BLOG A NUEVA DIRECCIÓN

¡¡¡Muchísimas gracias a 
SUEARLY, SONIA MADRUGA, SYLVIA, INMA GONZALEZ, SONICHI, TOÑI GARCÍA, LAURA PULIDO, CRISTINA ANDRADE, PILAR RODRÍGUEZ,  y LOLA FAVE,
y el resto de personas que leen emociónate
 por vuestro interés y seguimiento!!!


Debido a la inestabilidad del blog de blogger, lo cual hace que se bloquee y presente otros fallos de manera frecuente, os invito a participar del mismo a través de esta nueva dirección: www.brunomoioli.com. Desde la que sigo publicando con regularidad y desde la que seguiréis recibiendo en vuestros correos las novedades, solo señalando una casilla al final de cualquier entrada. Os espero. Un abrazo




4 de mayo de 2014

LA BUENA CRIANZA

Qué bien que hay un día del padre y otro de la madre. Esto nos recuerda que además de serlo hemos de parecerlo. Es decir, que no solo por poner cada uno su semilla para la fecundación y la consiguiente gestación, ya lo somos. Bueno si, lo somos ante la ley y desde una perspectiva biológica, pero esto es algo más profundo e importante.

         
       De hecho hay padres y madres que pusieron la semilla y luego ya no estuvieron, por propia decisión o por que las circunstancias se los llevaron. El caso es que son responsabilidades ambas, la de padre y la de madre, marcadas por el sexo del progenitor, eso influirá en sus expectativas y recursos previos. Algo que no pueda corregirse o ampliarse a tiempo. Y lo cierto es que cada avance, cada nuevo aprendizaje de nuestros pequeños, es una nueva oportunidad para aprender y crecer con ellos, pues la crianza supone un proceso de descubrimiento y madurez también de los adultos. De hecho algunos, por fin, se hacen PERSONAS cuando tienen ocasión de criar.

         Ser un buen padre o una buena madre, va más allá de la sola valoración que haga la prole de nuestro papel. No son pocos los ejemplos de padres negligentes y descuidados que sin embargo son admirados por sus hijos. O de adultos que se jactan de ser sobre todo amigos de sus hijos y que eso conlleva admitir todo lo quieran hacer. Mal ejemplo, ya que por desgracia no vivimos en un entorno en el que podamos ni siquiera debamos hacer todo lo que deseemos, seguramente terminaríamos vulnerando derechos básicos de otras personas, si solo hiciéramos lo que nos viniera en gana.

         Ante todo un padre o una madre lo son porque asumen responsabilidades que les competen a ellos, responsabilidades que en ocasiones chocan con los deseos de hijos e hijas, pero son necesarias, como por ejemplo respetar unos horarios de sueño o de televisión o unas pautas alimenticias saludables y nutritivas, entre otras. Todo ello con un único objetivo, que en realidad son muchos a la vez. Criar a personas sanas, física-emocional y socialmente a la vez. Personas o personitas, según el tamaño, que el día de mañana cuando hayan de asumir sus propias responsabilidades y devenir en la vida que les espera, sean tolerantes a la frustración, y sepan cómo hacer y mantener relaciones sanas y gratificantes, que sepan defender sus derechos y necesidades sin imponerlas en otras personas. Asimismo que asuman sus errores sin caer en la culpa excesiva o el autocastigo inútil. Que puedan, porque así lo alimentaron en su infancia, dejar que su creatividad y sus sueños encuentren una vía donde expresarse y realizarse, convirtiéndose en gestores de su propia satisfacción. Que se respeten a sí mismo y se amen de forma incondicional, aceptando lo que son.

         Pero para conseguir todo esto, o al menos aumentar su probabilidad padres y madres tenemos mucho que hacer, y además bien hecho. No puede ser de otra manera. Criar es maravilloso y duro también. Estas son algunas de las principales actitudes que aparecen en la buena crianza:

ü  Muestran amor y aceptación incondicional por sus hijos
ü  Están disponibles para la comunicación y la facilitan
ü  Potencian su confianza dejándoles probar y errar también
ü  Besan, acarician, abrazan, expresan amor y admiración con frecuencia
ü  Dedican un tiempo importante a jugar
ü  Suelen tener mensajes optimistas libres de exigencias irrealizables
ü  Fomentan la independencia y autonomía
ü  Facilitan la práctica de deportes variados y divertidos
ü  Renuncian a determinadas necesidades personales por sus hijos
ü  Muestran respeto por otras familias, padres, madres y educadores

ü  Atienden a las necesidades del menor, de salud, educativas, sociales

20 de abril de 2014

!ESTOY QUEMADO¡


La falta de motivación puede tener diferentes causas y también puede alcanzar diferentes intensidades. Por ejemplo, la pérdida de motivación alguien siente a medida que descubre que no alcanza su objetivo. Sería específica del momento concreto que vive, o entendida como la pérdida de ilusión por lo que hace, con cambios físicos y emocionales de desanimo y apatía generalizada. A esto también se le conoce como Síndrome del quemado o Burn-out.




Se define como un estado de agotamiento emocional, físico y mental, que puede llegar a ser muy grave en quien lo manifiesta y surge de la propia actividad de la persona, social y/o laboral. Conlleva una disminución en la capacidad para el desempeño de sus responsabilidades y no aparece de forma repentina, al contrario se va gestando lentamente. ¿Qué experimenta la persona?
  • Siente que no puede dar más de sí.
  • Se encuentra desbordada por las demandas de su entorno.
  • Los recursos personales parecen que han llegado a su límite y ya no aportan soluciones.
  • El agotamiento y cansancio se hacen presentes.
  • Hay cambios de humor, irritabilidad, pasividad, apatía.
  • Pueden aparecer otras dolencias asociadas, trastornos de la alimentación, del sueño, disfunciones sexuales, etc.
Su presencia cada vez es más común en cualquier ámbito laboral y/o deportivo. En un mundo profesional tan exigente, que conlleva una imperiosa necesidad en conseguir resultados, el rendimiento se exprime hasta sus últimas consecuencias. Esto obliga a gestionar no sólo la preparación de la tarea, también la recuperación de la misma. En el mundo de la empresa se supone que esta recuperación ocurre de una forma intensa en el periodo vacacional,  y puntualmente en los días de descanso, aunque la realidad es otra, pues son muchos los trabajadores, la mayoría, los que tienen ridículas vacaciones, después de temporadas durísimas.

Muchos trabajos, en algunos casos estilos de vida, suponen retos gratificantes incluso aunque conlleven presión y agobio, y estos por sí mismos no son dañinos, mientras los recursos de la persona los gestionen adecuadamente y den salida a los “efectos secundarios” que generan. ¿Cómo saber si este desgaste está ocurriendo? Hay una serie de cuestiones que pueden señalar su presencia
  • ¿Con frecuencia te sientes cansado incluso guardando el descanso apropiado?
  • ¿Ha cambiado tu humor volviéndose más huraño, irritable o “pasota”?
  • ¿Te resulta más difícil compartir tus actividades habituales con la gente que forma parte de las mismas?
  • ¿Has pensado en abandonar tus responsabilidades?
  • ¿Sientes que tu cuerpo y tu mente ya no responden como antes?
  • ¿Han fallado las soluciones que has intentado para cambiar esta situación?

Para combatirlo es tan importante desarrollar habilidades como asumir el liderazgo de la situación, que asegure un nivel de exigencia similar al óptimo a cada temporada que pasa o proyecto nuevo a desarrollar. Si bien algunas ideas interfieren en la búsqueda de soluciones:
  • “Estar quemado es la excusa para quien no quiere esforzarse”
  • “Cualquiera que disfrute de su trabajo puede dedicarle el 150% sin que eso repercuta en su salud”
  • “Sólo terminan por quemarse los débiles”
  • “Esto se arregla con unos días de vacaciones”
  • “Con la vida tan privilegiada que tiene no debería ni quejarse”
  • “Quemarse, sólo ocurre en el ámbito laboral”

Estas actitudes, reflejadas en comentarios, parece que señalen una idea, que las personas de éxito no son personas, son máquinas. ¿Cómo sino se explica que no admitan que alguien pueda quejarse? o ¿qué por el hecho de tener una serie de privilegios, ganados con esfuerzo, ya no tengan derecho a sentir malestar? Si hay algo claro desde la investigación científica es que quien manifiesta un síndrome de estas características, es alguien que ha tenido que esforzarse bastante, mucho más de lo que sus recursos psicológicos toleraban.

Cuando hablamos de salud, la prevención suele ser la actitud más correcta para evitar que aparezcan problemas. Lo que sigue, son probadas estrategias para mantener nuestro bienestar
  • Consigue encontrar la satisfacción en lo que llevas a cabo, pásatelo bien, utiliza el sentido del humor. Todo esto funcionará como un muro de contención. Tal vez la tarea que desempeñas no sea la que deseas, pero aun así es posible que te permita llegar a otras que son más gratificantes, y por tanto puedes vivirla con esa ilusión.
  • Ordena y organiza tus aspectos personales, fija objetivos y ordena unas actividades sobre otras. Ni eres omnipotente ni omnipresente, por tanto trátate con humildad y no quieras “solucionarlo todo en todo momento”
  • Señala cuales son las prioridades de tu vida. Tener esto claro dificulta que puedas alejarte del camino de satisfacerlas. Generalmente la búsqueda de la satisfacción personal y vital suele ser la meta más ambiciosa. Tenerlo claro nos permite ver que estilo o tipo de vida estamos construyendo y en qué se parece a lo que deseamos.
  • Aprende estrategias de gestión de estrés. Relajación, meditación, yoga, cambios de creencias, automanejo emocional, etc. Hay un enorme conocimiento acerca de la gestión del estrés desde la psicología. Introduce la higiene emocional en tu vida y estarás previniendo mucho sufrimiento. Hay quien no termina de entender que la psicología como ciencia, con varios cientos de años de desarrollo científico, hoy por hoy aporta respuestas muy valiosas que facilitan y permiten una mayor calidad de vida al ser humano.
  • Relaciónate con quienes te motivan, son tu red social y familiar. Pues formas parte de ellos, son el sistema en el que te desarrollas y te mantienes, acude a éste y enriquécete de su visión del mundo para nutrir tus propias expectativas.
  • Muestra actitudes y creencias flexibles. Intenta perseguir tus sueños basándote en preferencias “me gustaría, preferiría, desearía…” antes que en exigencias “debo, necesito, tengo…”.
  • Alimenta el pensamiento optimista. Pues lo contrario, el pesimismo, lo negativo, rara vez nos aporta la satisfacción de conseguir nuestras metas, además de llenarnos de tensión, miedo y frustración.

12 de abril de 2014

EL FUEGO NO APAGA EL FUEGO


         ¡De asombro! Esa es la expresión que tenían en la cara unos ejecutivos, que iban a pasar unos días a la sierra para aprender estrategias con las que superar situaciones de tensión. La primera circunstancia que vivieron el día de su llegada consistía en un ejercicio para liberar su estrés. El objetivo era agarrar con fuerza un enorme martillo de obra y estamparlo contra un coche, tantas veces como quisiera la persona y así hasta reventarlo. Supuestamente, tras este intenso ejercicio la persona quedaba muy relajada. La verdad es que relajada quedaba tras tensar la musculatura y luego soltarla, pero ¿Realmente es este un método eficaz de control del estrés? Ahora resulta que está de moda golpear cojines, figuras de goma-espuma que simbolizan a personas determinadas, romper televisores y otros electrodomésticos en sesiones de liberación emocional de dudosa eficacia terapéutica, ya que la ira, como emoción, es distinta de la agresividad, como conducta.




         Cuando hablamos de una emoción que moviliza tanta energía interna como la ira, su expresión libre puede convertirse en una bomba de relojería a corto, medio y largo plazo. Durante años, influyentes escuelas psicológicas divulgaron a los cuatro vientos la necesidad y el beneficio de expresar libremente las emociones, de forma que la persona se libraba de las mismas cuando éstas eran causantes de sufrimiento o malestar. Esto se sustentaba en una concepción de la ira semejante a la de un depósito de energía que se llenaba de forma progresiva hasta alcanzar presión como si fuera una olla y entonces necesitaba estallar, al manifestarla se resolvía el problema. Esta idea ha calado entre la población, pero las investigaciones científicas muestran otras razones. 

     Sabemos que las experiencias vitales nos crean una huella o memoria emocional, la cual mantiene en nosotros los elementos emocionales, sensaciones, imágenes, sonidos de la situación. Además de estos datos provenientes de los sentidos, a la experiencia le damos un valor, un significado propio. Cuando la persona reacciona de forma automática ante estímulos similares, lo que está haciendo es recuperar esa memoria, con la cual aprendió e interiorizó una respuesta, en este caso de agresión. ¿Para qué sirve esto?, teóricamente para protegernos. El organismo aprendió a responder a una situación amenazante y ahora repite lo aprendido.


          Podemos llegar a reconducir la ira, expresándola adecuadamente, sin llegar a descalificar o reprochar, incluso castigar al otro, o al entorno, por ejemplo cuando damos un portazo a conciencia. Porque parece que sólo haya una forma de canalizar al exterior la ira y no es así. El componente cultural está presente, por supuesto, y quien aprende a expresar impulsivamente no sabe hacerlo de otra manera, incluso si no puede descargar en ese momento puede posponerlo a un momento futuro, entonces entra en juego la venganza, de forma que la otra persona llegue a padecer como padecimos nosotros. 




         Es necesario, ciertamente, expresar lo que sentimos, pero cuando uno aprende que para sentirse mejor ha de expresar con toda la virulencia posible su malestar, y así librarse de él, está haciendo algo muy peligroso para sí mismo y los demás, pues lo que realmente consigue es reforzar y por tanto automatizar comportamientos de manejo agresivo de las emociones. Como decía un hombre que tuve en consulta: “…yo para expresar no tengo dificultad, cuando algo me molesta, grito y doy unos golpes en la mesa, todos me hacen caso y me siento mejor”. Hay conductas en las que podemos descargar y expresar nuestra ira sin dañar a los demás, escribir, cantar, correr, bailar, etc.





28 de marzo de 2014

¿BUSCAR LA FELICIDAD?

¿Por qué buscar la felicidad? porque puedes. Tal vez sea por azar o porque ese día los astros se alinearon de una forma determinada, quien sabe, tal vez porque “Dios lo quiso”, pensaría un creyente. La cuestión es que naciste con una característica muy especial, naciste como ser humano. Y además de esa certeza, también estoy seguro de otra, de que tú estás ahí ahora, frente a las páginas leyendo estas líneas. ¿Y qué quiero decir con esto? pues que si tienes esa capacidad significa que eres un ser privilegiado, de entre las miles de especies que habitan este planeta, tú perteneces a aquella que posiblemente tiene más opciones de disfrutar su existencia, incluso a través de la lectura de unos símbolos impresos en una hoja. Y es que pudiste nacer gusano, incluso ameba, o tal vez gorrión, pudiste nacer coliflor o manzana, quien sabe, quizás como pulpo de ría, puede que hasta jirafa, pero el caso es que naciste como ser humano. Una obviedad para ti y los que te rodean, pero es una cuestión que llegamos a olvidar en tantísimas ocasiones que dejamos de percibir las posibilidades que eso supone. 


Vives el momento presente, mientras el tiempo va transcurriendo impasible, monótono, nunca sabes cuándo se va a terminar para ti. Así funciona esto. Puedes aprovechar la oportunidad que te ha tocado, la que tienes entre las manos, vivir tu vida para ser feliz conscientemente o dejarla pasar a expensas de que el azar se cruce en tu camino con situaciones que te agraden. Conseguir ser feliz no supone alcanzar una meta determinada, llegar al final de algo, eso como mucho nos hace sentirnos felices, momentánea y puntualmente.

Llegar a la felicidad, ser feliz es una forma que tienes de vivir la vida, es algo que se aprende, y una vez aprendido forma parte de nosotros, de ti, de lo que eres. De forma natural, con sencillez. Ser feliz conlleva interesarse por los aspectos que nos rodean, por las personas con las que nos relacionamos, aprovechando los pequeños y grandes momentos que vivimos.


9 de marzo de 2014

DISFRUTA EL PRESENTE

¡Viva lo nuevo y lo joven y lo antiguo y lo viejo! Cada momento es único y tiene sus exquisiteces. ¿Añorando el pasado? ¿Temiendo el futuro? Pues no te enteras de lo que estás dejando pasar por delante. ¡Tu presente! Con todos sus matices y posibilidades. Que no sepas disfrutarlo o no te hayas adaptado a él no significa que no lo puedas hacer. Tu pasado es inamovible, ya no puedes modificarlo, tu futuro está por escribir y vivir, por tanto sólo tienes el momento presente, aquí y ahora. Mientras esta idea no la interiorices te costará disfrutarlo.




Esto significa centrarte en lo que tienes entre manos en cada momento. Es habitual hacer dos o tres cosas a la vez y tener la cabeza ocupada en otras que están por hacer o que ya hicimos. Nos cuesta centrarnos, como decía un maestro budista: “Cuando comas, come, cuando camines camina y cuando hables, habla, no lo hagas todo a la vez y sin ser consciente de ello”. Saborea el instante.

Por educación solemos invertir nuestro tiempo en lo que “debemos” hacer y no tanto en lo qué queremos hacer. Lo más seguro es que si estás leyendo un libro de estas características seas una persona joven o adulta o más adulta aún. Lo cierto es que a medida que maduramos y envejecemos vamos ganando en capacidad para elegir, además de en experiencia para elegir mejor. En esta etapa de adultez se descubre el placer de la actividad en solitario, ya sea con una lectura o escuchando esa música preferida, tal vez viajar y sorprendernos por seguir aprendiendo. Progresivamente te liberas de las cargas, te vuelves más paciente y las relaciones sociales y familiares son placenteras ¿A qué esperas para disfrutar tu presente? Tal vez esto te de alguna pista:

El placer de la lectura
Escribe y libérate
Deja salir tu arte
Reconciliate con tu cuerpo
El placer del masaje
Erotismo, expresión de tu sexualidad
Autoconciencia, conecta con tu interior
Yoga y meditación, el reposo consciente
Tai-chi y Chi-kung canaliza tu energía
Envuélvete de música y baile
Cultiva la renuncia a lo innecesario
Espiritualidad y Oración
Estrecha tus lazos íntimos
Vive en contacto con animales
Busca la armonía en tu espacio físico
Resuelve las relaciones conflictivas
Reconciliate con el pasado
Pide y da perdón
Practica la gratitud y comparte
Etc, etc, etc...

 

15 de febrero de 2014

EL COMPROMISO PERSONAL

“Una vida plena es una vida consciente. Me declaro persona adulta y consciente de mi existencia, capaz de percibir un intenso mundo de emociones que me sirven de guía. Me reconozco en posesión de derechos básicos, los cuales me pertenecen y su uso me facilita la armonía con mi entorno. Asimismo, a partir de hoy cada día de mi experiencia vital, si lo deseo, trabajaré en mi bienestar, permitiéndome lo que de beneficioso tiene mi ambiente, la luz, la tierra, el aire, el agua y aquellos que me rodean. Para ello invertiré tiempo en mejorar mis relaciones íntimas y personales, en cuidar y proteger mi cuerpo, lo que soy. Aprenderé a renunciar a todos esos aspectos que facilitan mi dolor y malestar, asumiendo que la vida y sus circunstancias son como son y el control que sobre todas ellas tengo es limitado, muy limitado. Intentaré guiarme por mis preferencias y deseos, construyendo una escala personal de valores libre de exigencias y perfeccionismos imposibles de conseguir. Asumo la consecuencia de mis actos y me acepto en mis errores, con el objetivo de seguir creciendo y aprendiendo para mostrar todo lo maravilloso que llevo dentro”

3 de febrero de 2014

ACEPTARSE O CÓMO LLEGAR A QUERERSE


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades. Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
         Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal. De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.


         Mientras estamos vivos existe la posibilidad de llevar una existencia cada día mejor. En este sentido lo que podemos llegar a ser es más de lo que ya somos. Mientras haya esa posibilidad… ¿Dónde pone que tenga que medir mi valor como persona por mis destrezas o mi éxito? Si es así, tan sólo es una opinión, por cierto, innecesaria a mi parecer. Un requisito indispensable para que alguien se identifique conmigo mismo radica en el permiso. Si te das permiso para Ser, para descubrir qué deseas y cómo, y dedicas tu esfuerzo a ello tendrás una alta probabilidad de conseguir ser feliz. Aceptarse es tener en cuenta una serie de características básicas:


  • Tener conciencia de que existes como ser único e irrepetible.     
     
  • Tener conciencia de que no hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres. Es posible que quieras ser distinto, pero esto antes ha de ser una preferencia, que no una exigencia.
     
  • Como ser humano no eres ni digno ni indigno, tan sólo eso, persona.
             El resultado de esta aceptación es un sentimiento agradable sobre uno mismo. La autoestima que palabra tan bonita, autoestima o estima a uno mismo. Y la utilizamos para referirnos al valor que damos a nuestra persona, es decir una actitud de aceptación o de rechazo, por tanto puede ser saludable, de respeto y acarreará sentimientos agradables, o puede ser insalubre, de rechazo y castigo y traerá sentimientos negativos. La autoestima oscila entre uno y otro valor. Así cuando una persona dice: “tengo baja autoestima”, en realidad está diciendo: “Me censuro mucho y me siento mal por ello”.
             Ya que la autoestima parte de la propia persona, es ella la que puede llegar a cambiarla. Entre las características de una persona con alta autoestima están:
     
  • Alta valoración personal. Se considera en su justa medida, la persona está contenta consigo misma, no duda de sus decisiones, ni de sus sentimientos, no evita las críticas de los demás pues son una oportunidad para mejorar.

  • Poca vulnerabilidad al entorno. Encaja bien la crítica así como las circunstancias que le generan emociones incómodas o dolorosas, suele tener suficiente objetividad como para desterrar la crítica y recursos para canalizar adecuadamente sus emociones.

  • No teme el fracaso. Otra característica presente en la alta autoestima es ésta, anticipan las situaciones y su actuación personal sin temor a la equivocación, tanto si tienen éxito como si no, lo atribuyen a sus propias acciones.

  • Autocrítica objetiva. Son capaces de criticar sus acciones, pero evitan censurarse como personas, lo hacen de una manera constructiva con el objetivo de mejorar, no de forma cruel para castigarse.
     
  • Se autorefuerza cuando es necesario. Es capaz de reconocer sus méritos así como sus cualidades y se premia por ello, ya sea de una manera material, permitiéndose “un capricho”, bien con su voz interna: “¡Bien hecho!”. Asimismo se relaciona con los demás tal y como lo hace consigo mismo.
     
  • Actitud de escucha y respeto. Ante los demás, de una forma directa, no tiene dificultad para abordar los conflictos, ni para defender sus derechos y necesidades, su actitud suele ser activa y dialogante, sus necesidades son tan importantes como las de los demás.




15 de enero de 2014

FIBROMIALGIA y RELACIÓN de PAREJA



Poquísimo se ha escrito sobre la relación de pareja y la irrupción de la fibromialgia en uno de los miembros, o en los dos.  Y un reflejo de lo poco escrito, se ve en la nula presencia de los temas relacionados con la pareja, en boca de los especialistas que te atienden. Esto se explica por la existencia una visión muy reduccionista de la dolencia y la persona, donde el contexto no parece que tenga mucha importancia. Por otro los temas de pareja no suelen tratarse en la consulta del médico.


         Lo cierto es que el momento vital que la pareja comparta será un poderoso influjo en la adaptación de la misma. No es lo mismo un pareja recién casada o sin hijos que una pareja con hijos adolescentes, incluso si hay personas mayores que cuidar y son, quizás, los progenitores de uno de los cónyuges.

         Los aspectos que se destacan en la reacción familiar a la aparición de la enfermedad, como son la sobreprotección o el abandono, se dan una manera más acentuada en la pareja, por estar más próxima en el proyecto vital a la persona afectada. Mantener la satisfacción de la pareja requiere esfuerzo y entrega por parte de ambos miembros, así como ser capaz de desarrollar determinadas habilidades que propicien una comunicación válida y eficaz. Esto es así para cualquier relación, por tanto cuando una condición crónica aparece, los recursos de la pareja se van a poner a prueba. ¡Y qué prueba! Es más probable que los miembros de una pareja que tienen una cierta semejanza, que comparten rutinas y hábitos similares sean más felices que aquellos que no lo comparten.

         Se sabe que las dificultades en la relación suelen aparecer cuando existen más cuestiones diferentes que similares. Por ejemplo la salud, el tiempo libre, el trabajo, etc. Además la relación se construye y se mantiene por el tiempo que se le dedica y las necesidades que se comparten. Cada uno tiene las suyas propias, en la frecuencia sexual, en el ocio, en la necesidad de afecto, en el estatus, etc. Y en la medida que sean recíprocos en estos temas, es decir, uno facilita las necesidades del otro y al contrario, pues mejor relación tendrán. Al aparecer la fibromialgia esta reciprocidad, se verá afectada, ya que en ocasiones a la persona le resulta extremadamente difícil satisfacer las necesidades propias, mucho más las de la pareja. Algo así como: se recibe lo que se da. Por tanto si das poco recibirás lo mismo. Esta reciprocidad lo es tanto para las acciones agradables como para las desagradables.

         ¿Cuándo surge el malestar? Cuando los sentimientos y las conductas desagradables que se intercambian superan a las agradables. Con la fibromialgia hay áreas que están claramente más condicionadas que otras, por ejemplo el tiempo libre y de ocio que se comparte, que disminuyen drásticamente. Sobre todo hasta que la persona se haya acomodado a la nueva situación. Esto provoca un desequilibrio importante, pues suele haber un miembro que aporta más gratificaciones que el otro, que demasiado tiene con adaptarse a algo que no sabe entender. A la larga quien más da dejará de hacerlo si no obtiene respuesta, o la que recibe no es la deseada. Por ejemplo: ante la insistencia de la pareja por salir y disfrutar de un paseo o una reunión familiar y la consiguiente negativa o reparos de quien tiene fibromialgia, la pareja terminará por cansarse o frustrarse y dejará de insistir. Algo que puede ser interpretado como una falta de interés en la recuperación del otro o una pérdida de sentimientos. Incluso puede desembocar en una crítica o conductas de coerción, mal humor, ironía, riñas, incluso violencia, para obtener respuesta de quien está impregnado por su dolor.

         Llegado este momento muchas parejas se preguntan: « ¿Hacia dónde vamos? ¿Es así como deseo vivir en pareja?» La separación, el divorcio, y los efectos que estos traigan planean en algunos momentos del proceso de adaptación a la fibromialgia. Aunque tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza, la pareja cuando se siente sometida a un gran estrés puede valorar distintas alternativas de solución, incluida la separación si no se tienen más recursos. Cuando uno de los miembros se vuelve en exceso dependiente de atención, de cuidado, etc. Es fácil que el otro se cuestione si están juntos por interés, lo cual puede llevarle a creer y sentir que está atado. ¿Cómo evitar esto? Lógicamente trabajando en la propia autonomía, esa que se pierde con la presencia de la FM. Habrá que rescatarla y ampliarla incluso, para recuperar el atractivo personal.

         Cuando la insatisfacción campa a sus anchas, resulta importante tomar consciencia de dónde está el malestar. Así muchas parejas en vez de encarar la situación llevan a cabo estrategias que no sólo no sirven, incluso empeoran y cronifican su disgusto, por ejemplo:

  • Ignoran el problema. No expresan su fastidio ni frustración, sabedores, los que tienen fibromialgia y los que no, que sacar los problemas a relucir puede generar más estrés, nunca encuentran ni el momento ni las formas adecuadas. Mientras esto ocurre el desencanto se acumula, hasta desbordar en algún momento.
  • Esperan que el otro cambie. «Yo no puedo hacer nada», así que confía en que la otra persona cambie su actitud, y eso a lo mejor no ocurre nunca. Ignoran que la conducta de uno influye en la del otro y viceversa.
  • Se contentan buscando la satisfacción fuera de la relación. Bien en el trabajo, o en el grupo de amistades, incluso en la asociación donde hay personas que si entienden por lo que se pasa. A veces surgen aventuras amorosas que pretenden compensar la falta de esto mismo en la relación de casa.
Sin duda en la pareja se puede encontrar un gran aliado para afrontar la fibromialgia, pero también un obstáculo. Aprovechar los instantes de mayor entendimiento, para sentar las bases de una relación más gratificante es una inversión en calidad de vida. Incluso en los momentos en que habéis solucionado un conflicto, podéis dedicar un tiempo a pensar cómo vais a prevenir que éste vuelva a darse. Adaptarse a una situación nueva y exigente, la FM, así como a los cambios que esta provoca, se consigue con esfuerzo y dedicación. Sólo con amor no basta para que la relación funcione, la convivencia exige habilidades

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