30 de septiembre de 2013

FIBROMIALGIA, ACEPTAR LO INACEPTABLE


"Acéptalo de una vez". Cuantas veces como profesionales hemos podido utilizar esta expresión, o alguna similar. Y cuantas la habremos oído. Y es que resulta fácil decir que tienes que aceptar tu situación, o tu enfermedad, o que esto es lo que hay y no te queda más remedio que someterte. Y cuando se dice parece que se pueda hacer de manera inmediata. Sin embargo, habrás comprobado que lo que se dice aceptar, cuesta aceptar lo que pasa. Te cuesta a ti y le cuesta a los tuyos. Nos cuesta a todos.

         Cuando piensas que has de aceptar una situación, como por ejemplo la aparición de la fibromialgia en tu vida, parece que realmente lo que tengas que hacer es considerar esa situación como aceptable (admisible, pasable, razonable, apta, conveniente, grata, agradable, y así muchos más sinónimos). Es decir, como si tuvieras que contentarte o incluso sentir satisfacción por la misma. Lógicamente eso sería casi una locura. Esto no es aceptar.
 
Aceptar no significa tolerar el dolor, ni que tengas que sentir satisfacción porque la FM se ha instaurado en tu vida. Tampoco es resignación y tener que conformarte, como si no estuviera: «A mí la fibromialgia no me para, yo no presto atención y hago todo lo que quiero, aunque es verdad que luego llega un momento en que me paso cinco días en cama sin poder moverme». No me extraña, pero esto no es aceptarla, esto es negarla.

Aceptar es mucho más que pensar o decir: «Lo sé, tengo una enfermedad que me limita, así son las cosas». Este pensamiento es el comienzo de la aceptación, pero aún queda camino por recorrer. Pues a veces pensamos de esta manera, pero nos comportamos de manera contraria, como si realmente no creyéramos en lo que pensamos. Entonces ¿en qué consiste aceptar?

Aceptar es comprender. Comprender íntima y profundamente que las cosas han cambiado. Tú has cambiado, tu realidad ha cambiado. Pero no es sólo algo racional, un pensamiento, también es algo afectivo, una emoción, y por supuesto una conducta. Pero no una conducta cualquiera, una conducta activa de afrontamiento, no vale la pasividad, que sería como decir: «No hago nada, me dejo llevar». Esto es como no querer ver lo que hay. Porque la situación te está pidiendo que actúes, tu cuerpo te está pidiendo que actúes, tu entorno te está pidiendo que actúes, tu vida está esperando a que cojas las riendas y dirijas.

         El proceso de aceptar, por tanto, conlleva responder a las siguientes cuestiones: « ¿Qué ha cambiado? ¿Cómo ha sido este cambio? ¿Cómo me siento al respecto? ¿Cómo voy a vivir a partir de ahora?» Aceptar lo que la fibromialgia conlleva en tu vida, es aceptar quien eres. Te libera del rechazo a ti mismo y del dolor que esto produce. Y significa tener conocimiento de tres aspectos:

  • Tú existes como ser único 
  • No hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres
  • No eres una persona ni digna ni indigna




Por tanto, aceptar ya es una manera de superar.

 
 


 

27 de septiembre de 2013

FIBROMIALGIA, ASUNTO DE FAMILIA

 


La persona con fibromialgia, además de enfrentarse con limitaciones físicas, la persistencia del dolor y el sufrimiento emocional, comprueba que entre los obstáculos se encuentran la insatisfacción marital, la falta de apoyo social y los problemas interpersonales. En este contexto, la familia tiene un especial protagonismo.

        Es el grupo que más influencia ejerce sobre nosotros y se relaciona, a su vez, continuamente con otros grupos. La familia está en constante transformación, adaptándose a los cambios socioculturales, al desarrollo de sus miembros y al devenir de sus circunstancias. Asimismo, es donde obtenemos el mayor apoyo social y personal. Se sabe que quien pertenece a una familia que brinda afecto y protección, soporta mejor las dificultades a las que se enfrenta.
 
 

Durante demasiado tiempo los aspectos de la enfermedad crónica en los que se hacía hincapié, eran exclusivamente físicos y/o químicos: hormonas, neurotransmisores, fármacos o puntos de dolor. Para la fibromialgia no ha sido una excepción. Sin embargo, en la actualidad damos tanta importancia a los aspectos sociales, relacionales y psicológicos como a los físicos y químicos. Superar la fibromialgia está más cerca de conseguirse cuando se activan todos los recursos disponibles.

       Aunque también es cierto que hay personas que por voluntad propia o porque sus circunstancias son así, viven solas o lejos de su gente, física y/o emocionalmente. La FM no afectará a todos en la familia por igual, cada miembro se verá perjudicado de una forma propia, determinada por sus características personales. Un ejemplo: no tendrá la misma capacidad de adaptarse a la enfermedad un adulto que un menor. Igualmente no reaccionará de la misma forma tu pareja que tu hijo. En tu caso, ¿cómo dirías que se encuentra tu familia en este momento presente? ¿Sois todos adultos, hay menores o hay personas muy ancianas o dependientes? ¿Pueden, los miembros de tu familia, ser ahora un recurso mejor que hace unos años, o por el contrario aún están muy necesitados de tu presencia o atención? ¿Se despreocupan de tus necesidades?

La familia, cuando se gana para la causa, es un recurso inestimable.
 

 
                                                               


 

 

 

 

26 de septiembre de 2013

LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ Y EL TERAPEUTA


La táctica del avestruz aplicada a los profesionales de la psicoterapia, consiste en ver a sus clientes como personas que echan un pulso a su terapeuta. O dicho de otro modo, no quieren ver lo que necesita ser visto. En este pulso, quienes demandan ayuda, no terminan de seguir las pautas que se les indica, o no aceptan las interpretaciones del terapeuta. O  simplemente, que desconsiderados, no mejoran.

         Algunas escuelas han desarrollado teorías completas al respecto, y otras han terminado por incorporar conceptos como, la resistencia del paciente. Desde una posición de superioridad, que da la ciencia, y sin atisbo de autocrítica personal, el o la terapeuta son infalibles, ellos y su método no presentan tara ninguna, es el paciente quien no está preparado para recibir semejante aportación para su salud, es el paciente el que en sus carencias no tiene el nivel adecuado para entender “nuestra sofisticada teoría”. Así hablamos de este o aquel como pacientes resistentes, e incluso se les dice: «usted no quiere curarse, de lo contrario me haría caso», y sin decírselo, aunque alguno lo piensa; «y de paso no me haría dudar de mi método, que me ha llevado años de estudio y preparación»

         La táctica del avestruz está muy desarrollada en aquellos profesionales, que no someten nunca su trabajo a la revisión o supervisión de otros profesionales más experimentados, incluso alimentan el autoengaño, creyendo que esta labor, la supervisión, no es necesaria. Como si por el mero hecho de su voluntad, su trabajo fuera perfecto en todas y cada una de sus actuaciones, y así a lo largo de años, incluso sin necesidad de reciclarse y ponerse al día con las nuevas aportaciones y avances de las neurociencias. Se puede encontrar también en quienes haciendo su trabajo lo más correctamente posible, no exploran en su paciente la satisfacción por la asistencia recibida y/o los objetivos conseguidos, bien mediante un cuestionario o entrevista o el preceptivo seguimiento a los meses de finalizar.
 
         Estimado lector, ¿Cuántas veces en consulta una persona, que antes ha pasado por otro profesional, cuenta prácticas que reconocemos como ajenas a la propia psicoterapia, o simplemente como recetas de cocina que se aplican a granel sin ninguna garantía de éxito? Incluso prácticas y herramientas que si bien fueron válidos hace décadas, ahora están en desuso, precisamente, por haber sido superadas ampliamente por el nuevo arsenal de enfoques y herramientas. Muchas veces, más de las que nos gustaría escuchar, detrás de estas prácticas hay un terapeuta experto en la táctica del avestruz.


         Presuponer que la formación y el interés personal de todos y cada uno de los psicoterapeutas en activo, por sí solo garantiza una práctica eficaz y eficiente, honesta y responsable, es presuponer demasiado. La experiencia que nos encontramos, a través de nuestros pacientes así nos lo indica.

         Una de las consecuencias de esta mala praxis, tal y como señalan los estudios es que entre el 20 y 40% de los casos tratados en psicoterapia se encuentran peor tras esta. Y hay variaciones importantes de una escuela a otra, entre los resultados se encuentra el fracaso terapéutico, incremento de los síntomas, cambios de personalidad no deseados, dependencia del paciente, aumento de la desesperanza y tendencias suicidas, etc. Casi nada.

         El camino que hay por delante nos coloca en una posición de responsabilidad ineludible, en la que no solo la formación continua, también poner bajo revisión nuestros métodos y habilidades, asegurarán una mejor atención a quienes acuden en busca de ayuda. Asimismo, expresar honestamente los posibles efectos secundarios o iatrogénicos, las dudas y experiencia sobre casos similares tratados, ayuda a construir una relación o alianza terapéutica más estable, la cual está en la base del éxito

         Ninguna disciplina psicoterapéutica debería juzgarse exclusivamente por sus éxitos, los fracasos también cuentan, y mientras no los tengamos en consideración, difícilmente seremos eficaces y eficientes en nuestra práctica profesional.

 

LA TACTICA DEL AVESTRUZ


 Estoy seguro que compartes conmigo la idea de que resulta bastante difícil que alguien pueda resolver una situación complicada, negando que un problema lo sea en realidad. Sin embargo, es algo que ocurre con frecuencia, conocemos parejas que llevan años, y hasta décadas, con dificultades y que sin embargo aparentemente funcionan con absoluta normalidad. Presidentes de gobierno, que niegan los datos económicos que señalan una gravísima recesión, asegurando que nuestra economía se encuentra entre las más saneadas del mundo, padres que describen como normales las conductas agresivas de sus hijos hacia otras personas o el entorno, etc.
        El que sigue es el diálogo que describe una viñeta de Mafalda, entre ella y su amigo Manolito:
          -Hoy la maestra me felicitó por lo bien que ando en matemáticas. Me dijo que       sorprende mi rapidez para sacar cuentas.
         -¡Qué bien Manolito! ¿Y qué tal vas en las demás materias?
         -Hoy la maestra me felicitó por lo bien que ando en matemáticas. Me dijo que sorprende mi rapidez para sacar cuentas.

 

Es lo que conocemos como la táctica del avestruz. Bueno, lo cierto es que desde que somos pequeños, los procesos de socialización, esos que nos trasmiten valores culturales, normas y pautas de conducta, se basan ampliamente en la negación. Nos enseñan lo que no debemos hacer, ver, oír, decir, pensar, sentir y ejemplos los tenemos a miles. Por eso no es de extrañar que luego en nuestra vida un poco más adulta, mostremos tanta facilidad para negar aspectos de la realidad que nos incumben. Algo así como si por el hecho de negar los problemas estos desaparecieran, o perdieran importancia.

   Las consecuencias de esta actitud son demoledoras, los problemas se enraízan y mantienen en el tiempo. De manera que aquello que los causó pasa a un segundo plano, incluso llega al olvido. Y entonces lo problemático ya no es lo que originó la situación, sino lo que la mantiene, por ejemplo el silencio, la no implicación. Al no reconocerse adecuadamente la presencia de dificultades, las soluciones que se intenten para corregirlas no serán muy eficaces, ya que si el problema no ha sido bien definido, difícilmente será bien abordado. ¿El resultado? Una situación sin salida. 
 
       Si por un momento nos permitiéramos aceptar, tal vez esto nos ayudaría a entender mejor que ocurre a nuestro alrededor.

25 de septiembre de 2013

LOS TRES CEREBROS HUMANOS


Michael Gershon (1998), de la Universidad de Columbia puso de manifiesto la existencia de un segundo cerebro en nuestro cuerpo. Estaría situado en capas de tejido que forran el esófago, el estómago, el intestino delgado y el colon, y es capaz de influir sobre el estado de ánimo y sobre la salud. Es llamado cerebro entérico. Demostró cómo los mismos neurotransmisores, sustancias químicas producidas por las terminaciones nerviosas y que actúan como mensajeras entre las neuronas que operan en el cerebro, se encuentran también en el estómago. Por citar un ejemplo, la serotonina, importantísima sustancia que actúa, entre otras áreas sobre nuestro estado de ánimo, se produce ¡hasta en un ochenta y cinco por ciento en el cerebro entérico! y así hasta treinta neurotransmisores más. Pero no quedan aquí los descubrimientos, también se sabe que este segundo cerebro actúa de una forma bastante autónoma respecto del cerebro de nuestra cabeza, está conectado con él pero nadie le dice cómo ha de operar.
 
¿Significa eso que vamos a razonar con el estómago? De momento no es esa su función, pero cuando el entérico está “malo” entorpece la capacidad de funcionamiento del cerebro pensante. Su cometido está centrado en el control intestinal. Las similitudes de estructura y bioquímica entre ambos explican por qué los medicamentos destinados a los trastornos mentales afectan a los intestinos, y viceversa. Pero además de esta relación corporal, hay una experiencia de aprendizaje, la que se da entre nosotros cuando somos pequeños, y los adultos que nos alimentan, generalmente nuestra madre. Resulta que cuando nos da el pecho o el biberón no sólo calma nuestra hambre, emocionalmente nos reconforta, nos protege y nos da amor, de ahí surge una relación importantísima entre la alimentación y el bienestar emocional.

Pero no sólo con el estómago están relacionadas las emociones. Dice un refrán muy conocido: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero no es verdad. La investigación se muestra imparable en las últimas décadas y cuando de inteligencia se trata se puede afirmar que su sede está distribuida por todo el cuerpo, no sólo en el estómago, como hemos visto, también en el corazón.
 
¿Sabías que nuestro corazón posee sus propias neuronas? ¿Y que éstas responden a los acontecimientos que vivimos antes incluso que las del cerebro? Son aproximadamente un grupo de unas 40.000 células nerviosas las que conforman esta red neuronal, una minucia si las comparamos con el vasto número que hay en el cerebro, pero ejercen funciones importantísimas, independientes incluso del propio cerebro, muchas de las cuales están estrechamente unidas con nuestras emociones y también con nuestros actos. 

Además de neuronas, que le permiten aprender, tener memoria y actuar en consecuencia, el “músculo rey” posee sus propios neurotransmisores los cuales le permiten mantenerse en contacto con el resto del organismo, reforzando el lenguaje propio y primario del corazón, sus ondas. De hecho a través de las mismas envía toda su información e instrucciones al cuerpo. Siendo este el primer mecanismo de comunicación interna, incluso antes de que el cerebro esté formado, para que lo entendamos, la función pensante, es la última que adquirimos, la más evolucionada por tanto, pero no la única ni exclusiva.

 

24 de septiembre de 2013

OPTIMISMO Y FIBROMIALGIA (el derecho a escoger)


Cada persona está en su legítimo derecho de vivir, experimentar y expresar sus circunstancias como considere o pueda. Esto es así en la salud, pero también cuando esta falta, como ocurre en la fibromialgia. Exigirle lo contrario generalmente no sirve de nada. En este sentido, hay quién se siente tan impregnado por su sufrimiento, tan desencantado de lo mucho o poco que se ha hecho por ellos, que no quieren oír hablar de nada que logre reflejar optimismo, esperanza o ilusión por lo que pueda venir. Hay que aceptarlo, incluso comprenderlo, aunque cueste. Esa es su posición frente a la enfermedad. Aunque lógicamente esto no sólo no ayuda, sino que perjudica. Por el contrario, quien se permite alimentar el optimismo en su interior, consigue resultados beneficiosos.



 
Teniendo claro que ser optimista no significa levantarse por la mañana con el cuerpo intensamente dolorido y la mente espesa por la falta de sueño, y pensar: «El dolor se va ir, nada me perturbará y el día será maravilloso». No, esto no es optimismo, ni un pensamiento positivo. Esto es irreal. Y tu fibromialgia es real, muy real. Por tanto hay que tenerla en cuenta, no negarla. Optimismo es pensar que a pesar del dolor y la niebla mental, posiblemente, hay algo que puedas hacer en ese preciso instante para sentirte mejor. Entonces buscas en tus recursos, entre tus aprendizajes, aquello que alivia tu dolor, aquello que acalla tu angustia, aquello que desentumece tu cuerpo. Cuando permites que esto ocurra, tal vez estés construyendo un día mucho mejor para ti. Esto sí es optimismo.

Cómo meditar en un minuto




El reposo consciente. Es una técnica milenaria de introspección de la cual han surgido otras. Para muchos una auténtica filosofía de vida que a través de actitudes físicas y mentales, así como de la quietud busca integrar lo que somos, cuerpo y mente. Favorece los cambios internos y te permite tomar conciencia de cómo te sientes. Se realiza en silencio y con ejercicios respiratorios y posturales que te invitan a mirar hacia dentro. Con esta técnica aprenderás a distanciarte de tus pensamientos, los cuales como ya sabes pueden ser la fuente de tu malestar. En nuestro día a día son ellos los que nos acompañan de una forma que apenas nos sentimos, tan sólo pensamos.

23 de septiembre de 2013

CRISIS Y MAS CRISIS

Muchas personas sueñan con una vida similar a su primera infancia, en la que no tengan responsabilidades y sean otros los que se encarguen de cuidar de sus necesidades. Incluso esperan de la vida misma tan solo facilidades, que no haya sobresaltos y que todos sus planes siempre culminen exitosamente. Y que además esto ocurra porque sí, sin su mediación o esfuerzo, porque la vida ha de ser así. Y de hecho lo es, en los cuentos con final feliz.
 
Aunque los cuentos, solo son cuentos. Metáforas de lo que puede pasar, no de lo que debe pasar. Tal vez lugares ideales surgidos de la mente de su creador, como un remedio para salir de este mundo real y durante un rato perderse en el universo de la fantasía, donde todo es posible, incluso lo imposible.
 
Pero lo cierto es que quedarse en paro, vivir la experiencia de ser desahuciado, acostarse con la angustia de no tener el dinero para afrontar los pagos de facturas, descubrir una infidelidad de tu pareja, perder a un ser querido, etc. Son tantas las situaciones por las que una persona puede pasar en su vida y que llevan la etiqueta de crisis, que a estas alturas casi tendríamos que estar vacunados ante las mismas. Pues la vida y sus circunstancias no se pueden entender sin las dificultades que las personas experimentan. 
 
Dificultades en su mayoría no esperadas, que nos asaltan a la vuelta de la esquina y te dejan con lo puesto, en shock, sintiendo que el suelo se resquebraja y en el interior la angustia y la desesperanza campan a sus anchas. Si además la situación de crisis transciende lo personal y afecta a una gran mayoría, entonces aumenta también el número de personas vulnerables y en riesgo de exclusión, familiar y social. Y es que las crisis tal y como las conocemos son en muchas ocasiones crisis vitales.
 
 



 



 

SOMOS EMOCIÓN

 



Son muchos los mitos que hay acerca de las emociones. Ideas que lejos de ser ciertas, tergiversan, ensombrecen y nos alejan de la posibilidad de entender mejor el sentido de nuestras acciones y actitudes. Durante mucho tiempo se ha despreciado tanto la importancia de las emociones en las personas que se ha llegado a creer que mostrarlas es un signo de debilidad, o incluso asumir que hay algunas válidas y otras que no lo son. Nada más lejos de la realidad.



Resulta irónico que nos encontremos en la era de mayor desarrollo tecnológico y conocimiento de la naturaleza humana, y sin embargo, el mundo de los afectos, gran motor de nuestra existencia, sea tan desconocido para nosotros. Vivimos una época de analfabetismo emocional, y eso, a pesar de que nunca antes habíamos estado tan pendientes de estos temas. Podemos ver como todo tipo de empresas, automovilísticas, inmobiliarias o incluso de alimentación utilizan las emociones para publicitar sus productos, para seleccionar sus directivos, pues hablar de emociones es hablar de quiénes somos y eso nos interesa. Es imposible estar vivo y no experimentar emociones. Pero hemos de aprender a integrarlas en lo que somos para formar un todo: razón, cuerpo y emoción.

     Tomar consciencia del resultado de nuestras acciones, y que la capacidad de ser felices está ante todo en nuestras manos, supone el primer paso en el maravilloso viaje del descubrimiento propio. Pero si además miramos hacia dentro y aprendemos a desarrollar nuestro potencial emocional, entonces es posible que nunca más nos sintamos solos, ni yendo a la deriva, desde el interior surgirá la fuerza que necesitamos para vivir y disfrutar la única vida que tenemos. Es nuestro derecho y deber.

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